08 October 2014
La razón es de lo más sencilla. Vaya por delante mi respeto a los profesionales del doblaje, que hay muchos y muy buenos en este país, pero qué quieren que les diga, creo que se pierde una parte muy importante de la actuación de un actor o actriz si le ponemos una voz que no es la suya. Así de simple.
Les pongo un ejemplo práctico: Notting Hill
Recientemente he revisionado esta cinta de Roger Michell que data de 1999, y sinceramente me ha dado la sensación de haber visto un filme completamente diferente.
La voz de Hugh Grant, que ya conocía, le imprime a su personaje ese inconfundible , elegante y seductor acento británico que produce que el personaje sea de otra manera, más creíble, más sincero…y eso es porque es su propia voz, no la de otro.
El personaje de William Thacker, propietario de una pequeña librería en el barrio de Notting Hill, adquiere matices y detalles que solamente la voz de Grant le podría imprimir.
En cuanto a Julia Roberts...no he sido nunca precisamente fan de esta actriz, pero hay que reconocerle que en el género de la comedia romántica tradicional se mueve a la perfección y el papel de la archiconocida actriz Anna Scott lo borda.
Precisamente con su auténtica voz, se crea la diferencia de acentos entre ella y Grant, que es una sutil proyección de la diferencia entre los mundos en los que se mueven ambos personajes y que terminan por fusionarse a pesar de sus diferencias.
Y es que cuando un director/estudio/productor busca a los intérpretes para una película, lo hacen teniendo en cuenta muchos factores, pero también pensando en sus voces y la expresión que aportan a los personajes a los que darán vida.
Les guste más o les guste menos Notting Hill, de verdad que les recomiendo que la vean en versión original, les va a sorprender.