02 June 2014
Poco importa Electro, el Duende Verde o el vecino del quinto, lo mejor de la película es la evolución de la historia de amor entre Peter Parker, al que da vida Andrew Garfield y Gwen Stacy, interpretada por Emma Stone.
La película gana, no por efectos especiales, batallas de telaraña y electricidad o revisitar por millonésima vez la historia del hombre araña, gana porque por primera vez y sintiéndolo mucho por el Spiderman de Tobey Maguire, puede verse a un personaje real, dentro de lo surreal de la historia.
Garfield y Stone consiguen robarle escenas al cómic y al argumento por completo y aislar al espectador para llevarlo del marco de un filme sobre la evolución de un superhéroe, a la evolución de la relación sentimental entre Peter Parker y Gwen Stacy. Sus escenas son de infarto en ese baile de tonteo y conversaciones rozando el beso en muchas ocasiones y su interpretación, aunque no es magistral, consigue imprimir un punto de genialidad a una historia tan manida (y por ello, aburrida) que esperemos que no le dé a nadie por adaptar otra vez.
No pondré spoilers porque sería ser muy cruel, pero ojalá el director de la cinta, Marc Webb, nos hubiese dado más escenas entre estos dos actores y menos espectacularidad visual, y también son necesarias más escenas de la siempre fantástica Sally Field, interpretando de nuevo a una sufridora tía May que aun desconoce que se trae entre manos su sobrino.
Jamie Foxx pasa sin pena ni gloria interpretando a un “malo” pero penoso villano, el que consigue crear cierta atmósfera de locura es Dane DeHaan, que da vida a Harry Osborn/Duende Verde, aunque podría haber dado mucho más de sí.
Una vez más Garfield supera las expectativas y Stone le ayuda en gran parte a conseguirlo. Que les busquen más proyectos juntos porque desde luego esta no es la historia de Spider-man, es la historia de Andrew y Emma.