15 January 2016
Hablar de justicia en estos tiempos en el que los acontecimientos más catastróficos que pueden suceder en un país se están dando, puede resultar contradictorio. Pero en este caso quiero tratar la justicia no basada en el derecho canónico, sino con el sentir psicológico de juzgar y ser juzgado en la vida diaria.
Se puede ser juzgado con la finalidad de aprendizaje, crecimiento y desarrollo tanto personal como profesional, o por el contrario, se puede ser juzgado con la única finalidad de menosprecia, menos valorar y desmerecer al prójimo.
Podríamos decir que ciertas personas, no juzgan situaciones de forma puntual y aislada, sino que han asumido el papel de juez para los pequeños eventos de la vida de los demás sin que nadie se lo haya pedido.
Evidentemente, esto es un craso error porque ni tan siquiera la persona que piense que te conoce mejor que nadie, ha de valorar y realizar juicios sobre tus hechos o pensamientos.
¿Por qué la sociedad está llena de falsos jueces? Y lo que es más grave ¿Por qué asumen sus juicios de valor como válidos para ellos y para los demás?
Las personas que juzgan a los demás suelen detestar gran parte de su vida y por eso intentan en la medida de lo posible intoxicar a los demás.
Son personas tremendamente frustradas y la frustración conduce a la agresión, que se manifiesta de muy distintas formas.
Quieren justificar la trayectoria de su vida desacreditando la vida de otros. Al entorno más cercano, familiares, amigos o compañeros de trabajo, son su foco de actuación.
Indudablemente, hablan de personas y no de ideas. Opinan de los demás no desde un prisma global que pueda hacer entender tanto los fallos como los aciertos cometidos por esa persona. Juzgan basándose en heurísticos que les anclan en el reduccionismo, la simpleza y la subjetividad.
Suelen tener unos valores que nos son usados para dar calma a ellos mismos y a su entorno; sino para jugar a los demás de forma continuada.
Son muy poco autocríticos con lo que ellos realizan. No les gusta sentirse juzgados en una tarea que implique demostrar desempeño. Se irritan con facilidad.
Para estas personas tóxicas, los éxitos de los demás se deben a causas externas, inestables y específicas, y los suyos a causas internas, estables e inespecíficas a la situación. Es decir, su éxito está justificado, el de los demás normalmente es fruto del azar.
No se preocupan por mejorar. Consideran que la mejor vía para destacar es apagando el brillo de otras personas. Sus juicios pueden ser desde leves y privados; a públicos y peligrosos.
Conclusión, son el prototipo de personas a las que debes ignorar y jamás entregarles el poder de que puedan dañar tu reputación personal o profesional. Para ello has de afianzar tu personalidad para no caer en la tentación de dudar de tu profesionalidad y realización personal.
Si no es así, las personas tóxicas pueden llegar influir seriamente tanto en la salud física como psicológica.
Algunas de las técnicas a manejar para sobrevivir a dichas personas son:
Si has de convivir con ellas, en la familia o en el trabajo, abstráete mentalmente de su presencia y acciones.
Cuando surja un comentario o comportamiento “tóxico”, simular que uno le presta atención, cuando, en realidad, has de estar haciendo fuerza para desoírlo.
Y una gran técnica para convivir con estas personas tóxicas es mostrarles amabilidad. Su afán por lastimar con comentarios o actos desagradables resulta estéril si él o ella percibe que carece de efecto.
PSICÓLOGA CLÍNICA Y DEPORTIVA @inmaculadacruza