16 November 2015
No nos mintamos, sabemos que en mayor o menor medida todos somos celosos, y que no sólo en el amor, sino que en el ámbito laboral o en cualquier otro ámbito competitivo sentimos un poco de celos para con los demás.
Los celos, son un sentimiento natural si se sabe controlar, que hasta los animales sufren igual que nosotros. ¿Qué pasa en nuestro cerebro para que nos “duela” tanto?
Los celos son una respuesta emocional compleja y turbulenta que surge cuando una persona percibe una amenaza hacia algo que considera como propia. Hay quien afirma que los celos son un tipo de envidia pero, a diferencia de ésta, los celos surgen ante el temor a la pérdida de una determinada cosa, objeto, función, relación, etc. La envidia, se refiere más a algo que otra persona posee, mientras que los celos son a algo que poseemos nosotros y no queremos perder.
Tras varios estudios, se ha llegado a la conclusión que la sección de nuestro cerebro que nos hace sentir celos está en el lóbulo frontal. Es muy curioso, porque está en la misma área que se encarga del dolor físico en el organismo, correlacionando las sensaciones físicas con el malestar emocional. Por tanto, la explicación biológica de los celos, se encuentra en el bajo nivel en la sangre de serotonina, un neurotransmisor que controla en el cerebro también fenómenos como el hambre, humor o el dolor del que hablábamos.
Otra conclusión, que se saca de dicho estudio es que los celos aparecen ligeramente con más frecuencia en los hombres que en las mujeres, aunque en ambos casos aparecen por igual intensidad. Lo que sí varía son los desencadenantes.
Todo esto nos lleva a deducir que los celos en pequeñas dosis son saludables para motivarnos a seguir creciendo a nivel personal y profesional, pero si son excesivos pueden resultar enfermizos y llegar a causar irremediable dolor. Como en muchos de los problemas psicológicos, los celos son el inicio y el desencadenante de una situación personal y familiar irregular, donde prima una baja autoestima (aunque parezca lo contrario), dificultad para valorarse a sí mismo o misma, patrones afectivos mal aprendidos o modelos poco útiles a seguir, etc.
Por ello, es fundamental poner remedio o solución en cuanto se detecte un posible halo de celos.
La curación de los celos es muy complicada si la persona no está cien por cien segura que quiere salir de ese agujero, de la actitud obsesiva. La persona celosa debe identificar si existen realmente razones para sentir celos. En caso de que existan motivos para expresarse de tal forma, éstos se deben expresar inmediatamente a la persona protagonista de ello, con la finalidad de evitar malos entendidos y un deterioro en la relación.
Es básico tener una buena comunicación, entendiendo por buena comunicación que seamos capaces de expresar lo que realmente sentimos para que a la otra persona le sea fácil entender por lo que estamos pasando. También, es importante buscar actividades gratificantes que evadan ese control obsesivo.
En consulta, se trabaja con un con un planning de tareas a realizar durante una semana, de refuerzos obtenidos y castigos por los malos comportamientos, con el fin de mantener y fomentar la conducta sana y extinguir la conflictiva.
En definitiva, todo depende de la actitud de éxito o fracaso ante el hecho que queramos tener ¿cómo es la tuya?
PSICÓLOGA CLÍNICA Y DEPORTIVA @inmaculadacruza