02 March 2015
Parece increíble que estando en el siglo en el que nos encontramos, donde todo parece “ciencia ficción” debido a las nuevas tecnologías y mega avances informáticos, aún estemos estancados en áreas personales tan importantes como la autoestima, empatía y control de impulsos de nosotros mismos.
Probablemente, nada más leer el título del artículo os haya venido a la cabeza el nombre de alguna persona que “probablemente” esté viviendo una relación enfermiza. Pero, realmente, ¿qué es una relación enferma?
Relación enferma, se define como –“ toda manifestación conductual que nos lleva a relacionarnos con otros individuos de manera inadecuada, en donde prevalece la manipulación, el individualismo, la minusvalía del Ser, la inseguridad, baja autoestima, la co-dependiencia emocional-“, y así un largo etcétera.
En muchas ocasiones, cuando buscamos cubrir una necesidad teniendo una pareja con la que convivir, lo que conseguimos realmente es “comprar” un sinnúmero de problemas.
El resultado de varias investigaciones han dado como conclusión que en muchas ocasiones somos nosotros mismos quienes buscamos este tipo de relaciones, porque de pequeños lo vivimos en casa dentro del núcleo familiar y por tanto, son modelos de conducta que se interiorizan y se repiten a lo largo de la vida en situaciones diferentes.
La dinámica de una “relación enfermiza” se caracteriza por poseer una inesperada capacidad para crear condiciones para vivir mal, para hacer infeliz al otro.
Dentro de ese vivir mal, ocupa un sitio importante la parte emocional, la de realización personal, como por ejemplo la ausencia de proyectos compartidos, la agresión constante mediante la desvalorización, subestimación, insultos, infidelidad y burla; en cuanto a lo físico va desde empujones, forcejeos y apretones, hasta brutales golpes.
Ante esto, nos preguntamos ¿por qué se sigue con este tipo de relación?
El motivo de ello es porque la relación se mete en un bucle difícil de salir en muchas ocasiones. La dinámica de estas relaciones se basa en grandes cambios de comportamiento, es decir, que el que ofende, se arrepiente de sus acciones, ofrece disculpas y se vuelve afectuoso, haciéndole creer a la otra persona que todo puede cambiar. De esta manera surge un ciclo llamado “Tensión-maltrato- reconciliación”. Los comportamientos más clásicos de este tipo de relación son entre otros:
Establecer una relación de “control” con la vida del otro.
Para evitar problemas el “controlado” renuncia a actividades y a personas que son importantes en su vida.
El “controlado” suele desorientarse en los momentos en que el “controlador” se arrepiente y pide disculpas.
En muchas ocasiones, se dice que es semejante a la relación que sufre una persona maltratada física o psicológicamente, puesto que no deja de ser una forma de maltrato.
Para solucionar este problema, el primer paso es reconocer el padecimiento de esta dependencia emocional, que puede ser la etapa más difícil porque ocurre igual que en las adicciones: la negación de la enfermedad.
El segundo paso importante, es trabajar la propia autoestima. La autoestima, es el punto angular de la mayoría de los tratamientos psicológicos.
En resumen, la vida es demasiado corta como para no disfrutarla, como para no vivir cada momento con la mayor intensidad y disfrute que podamos; por ello, es primordial que busquemos “Relaciones Sanas”, entendiendo por tal – “hacerse cargo de los sentimientos propios, y dejar de responsabilizar a la pareja de la felicidad personal y la autoestima.”- Es importante, el respeto mutuo, la empatía, la buena comunicación, el amor, el planteamiento de proyectos en común, para conseguir que la tan ansiosa “-felicidad”- llegue a nosotros.
inmaculadacruza@hotmail.com PSICÓLOGA